09 de julio de 2005

Vicente y Barnes

«Jo no dono gaire importància a les coincidències. Per a mi són una mica esgarrifoses: momentàniament et fas l’efecte del que deu ser viure en un univers ordenat i governat per Déu, amb Ell Mateix mirant-te per damunt de l’espatlla i deixant anar amablement pistes no gens clares sobre una mena de pla còsmic. Prefereixo sentir que les coses són caòtiques, arbitràries, permanentment i temporalment folles -sentir la certesa de la ignorància, la brutalitat i la follia humanes. «Passi el que passi a partir d’ara», va escriure Flaubert quan va esclatar la guerra francoprusiana, «seguirem essent estúpids». Per pessimisme pressumptuós? O bé una destrucció de les expectatives necessària per poder pensar, o fer o escriure res com cal?»
JULIAN BARNES. El lloro de Flaubert.

Koniec


El otro día estuve en el cine. Daban un drama checo, o húngaro, subtitulado. A media película di un bote en el asiento: allí estaba mi casa, en Praga. El drama que se mostraba era el drama de mi vida. La rubia con pecas, mi chica morena y con trenzas rastas. Eran idénticas. En intención. Entraban al dormitorio cuando el protagonista dormía. Y sin que él sospechara nada le cambiaban los documentos. La identidad. Todo pasaba muy rápido. No podía leer. Le dije que era subtitulada. Cada vez más rápido, como un desfile enloquecido, iban en subtítulos. Me mareé. Salí del cine. Y ahora estoy aquí, en Praga, hablándole a usted, mi cónsul español, pero no me entiende porque es nuevo y todavía no aprendió el checo.
Gesticulo, grito. Usted, que es muy educado y parece paciente, me sienta con suavidad en la silla de piel y baja una pantalla que tiene tras la pared. Apaga la luz y leo: «Koniec».
VICENTE/MÓNICA/MARÍA: una improvisación a seis manos

08 de julio de 2005

Decálogo de Onetti


En el último número de ESCRIBIR Y PUBLICAR encontramos el
Décalogo más uno para escritores principiantes
de Juan Carlos Onetti.

Si escribes, no te lo pierdas.

I. No busquen ser originales, el ser distinto es inevitable cuando uno no se preocupa de serlo.

II. No intente deslumbrar al burgués. Ya no resulta. Éste sólo se asusta cuando le amenazan el bolsillo.

III. No traten de complicar al lector, ni buscar ni reclamar su ayuda.

IV. No escriban jamás pensando en la crítica, en los amigos o parientes, en la dulce novia o esposa. Ni siquiera en el lector hipotético.

V. No sacrifiquen la sinceridad literaria a nada. Ni a la política ni al triunfo. Escribir siempre para ese otro, silencioso e implacable, que llevamos dentro y no es posible engañar.

VI. No sigan modas, abjuren del maestro sagrado antes del tercer canto del gallo.

VII. No se limiten a leer los libros ya consagrados. Proust y Joyce fueron despreciados cuando asomaron la nariz, hoy son genios.

VIII. No olviden la frase justamente famosa: dos más dos son cuatro; pero ¿y si fueran cinco?

IX. No desdeñen temas con extraña narrativa, cualquiera sea su origen. Roben si es necesario.

X. No olviden que Hemingway escribió. "Incluso di lecturas de trozos ya listos de mi novela, que viene a ser lo más bajo en que puede caer un escritor".

01 de julio de 2005

Una cascada de sueños


Allí estamos, al borde de los sueños, donde nos asaltan las palabras y vemos de refilón la huella de los personajes.